La palabra desarrollo no se puede separar de palabras como crecimiento, maduración o evolución; en ese sentido, la palabra desarrollo tiene siempre un significado positivo. Esteva nos recuerda que para dos terceras partes de la gente en el mundo, esta aparente connotación positiva de la palabra desarrollo implica un recordatorio de todo aquello que no son. Para escapar de esta especie de condición indigna, deberán imitar a aquellos cuyos valores, historia y cultura no son, ni se asemejan a los propios. En Tecali, la comunidad ha decidido seguir su propio rumbo sin imitar otras regiones o países. A unos kilómetros de Tecali se localiza San Salvador Huixcoyotla, su central de abastos, una de las más grandes de Latinoamérica es el centro de la vida comercial de esta comunidad. Esta enorme central de abastos da trabajo a cientos de personas. Esta forma de comercio difiere por completo a la del mal llamado “primer mundo”. Esteva (1996) manifiesta al respecto de la palabra desarrollo que “Nadie se da cuenta de que es un adjetivo comparativo”. Este adjetivo priva a la gran mayoría de las culturas de la oportunidad de definir por ellas mismas su vida social. La gente que labora en la central de abastos de Huixcoyotla y los comerciantes de la misma central, están sumidos en procesos económicos que se conforman en un gran clúster comercial que responde a las necesidades alimentarias de gran parte del país y el estado, pero de la cual se desprenden contradicciones que llevan a tratar de analizar qué tan eficiente como estrategia es este tipo de comercio frente al comercio neoliberal en grandes centros comerciales; después de todo, es esta central la que abástese y proporciona alimento a la mayoría de la población.
Se han desprendido diferentes definiciones, adjetivos y categorías del desarrollo, desde desarrollo internacional, desarrollo humano, desarrollo social, desarrollo económico. Los expertos de la UNESCO han promovido el concepto de “desarrollo endógeno”, consideran que se debe rechazar la tendencia a imitar a otras sociedades, por lo que imponer un modelo único de desarrollo en todo el mundo es un error. El museo del agua en Tehuacan es un ejemplo de una estrategia que busca enseñar a las comunidades del Valle de Tehuacan a planificar el uso del agua, escasa en esta región. El museo se ha dedicado a producir y promocionar innovaciones con las que se trata de favorecer a las comunidades, sin embargo se enfrenta a las estructuras culturales locales que no están siempre dispuestas a aceptar los cambios. Si bien la comunidad debe recuperar su derecho a determinar y a definir su propia noción de necesidades y a establecer las estrategias más convenientes para enfrentarlas, no siempre parece ser lo más viable permitirle una completa independencia que no favorezca la adaptación a los cambios y recomendaciones ofrecidos por el Estado o las ONGs, es aquí cuando se trastoca una realidad, la imposibilidad de determinar de manera clara hasta donde es correcto intervenir en el desarrollo de una comunidad sin imponer soluciones que no se corresponden con su cultura y en donde se le debe permitir solucionar sus problemas con sus propios recursos, sin ignoran sus problemáticas.
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